Durante este año he tenido la oportunidad de disfrutar de una beca Erasmus, lo que me ha permitido cursar mi tercer año de Diseño de Interiores en Irlanda. Ha sido una experiencia increíble que considero que todo estudiante debería aprovechar. Gracias a eso, he conocido una gran cantidad de sitios nuevos que han enriquecido mi imaginario arquitectónico. Hoy os vengo a hablar de mi catedral irlandesa favorita, la Catedral de San Fin Barre.
La Catedral de San Fin Barre está situada en Cork, la segunda ciudad con mayor población del país y la más bonita, en mi opinión. San Fin Barre es el santo patrono de la ciudad. En el folleto que me entregaron al entrar dice “Según la tradición, (San Fin Barre) vivió como eremita en una isla en Gougana Barra cerca de la fuente del río Lee, antes de fundar el monasterio en Cork. Es considerado el primer Obispo de Cork y su nombre, “Fionnbarr”, significa “quien actúa correctamente” en irlandés”.
El lugar en el que hoy se sostiene el edificio fue antaño el emplazamiento de una antigua catedral demolida en 1864 para dar lugar a la construcción actual. El arquitecto fue William Burges, seguidor de la arquitectura Gótica Francesa del siglo XIII.
La catedral nos recibe con sus altísimas torres y pináculos y un ángel dorado donado por el propio arquitecto en lo alto del pináculo del santuario, todo sostenido por los clásicos contrafuertes característicos del Gótico. Este estilo nacido en la segunda década del siglo XII en Europa Occidental supuso una revolución en la arquitectura del momento, la románica, restándole importancia a la masa, a lo tectónico, a la piedra y otorgándosela a los vanos, a las vidrieras y a la luz que reflejaban una filosofía más espiritual. El estilo Gótico desembarcó temprano en Irlanda de la mano de los normandos, adquiriendo un marcada carácter nacional y perdurando en el tiempo hasta el siglo XIX. Como anécdota curiosa, destacar la superstición popular que cuenta que si algún día cayera el ángel significaría el fin del mundo.
Al recorrer la fachada se encuentra la entrada principal. El acceso está conducido por tres pórticos custodiados por varias figuras humanas esculpidas en piedra. En lo alto un rosetón embellece la fachada y permite a la luz solar entrar a la catedral mientras dos torres custodian el edificio.
Espero poder haberos acercado un poquito la belleza de este edificio, aunque es bien sabido que la buena arquitectura siempre mejora cuando se visita.
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